EL POR QUÉ DE ESOS 8 VASOS DE AGUA
Durante muchos años los expertos en belleza nos han aconsejado que tomemos ocho vasos de agua al día. Nos decían que era buena para todo el organismo, pero no explicaban las razones de por qué debemos ingerir tanta agua. Un beneficio importante es que el agua es un elemento clave contra el sobrepeso. Aunque parezca increíble el agua no sólo nos puede ayudar a perder peso, sino a mantener el peso ideal una vez que lo hayamos alcanzado.
¿Cómo es Posible?
En primer lugar el agua suprime el apetito y ayuda al cuerpo a metabolizar la grasa acumulada. Los estudios recientes nos demuestran que al ingerir menos agua los depósitos de grasa aumentan, mientras que al beber más agua, aquellos se reducen. Esto sucede porque los Riñones no pueden funcionar debidamente sin suficiente agua. Cuando no trabajan con eficiencia, parte de su tarea pasa al hígado. Una de las funciones principales del hígado es metabolizar la grasa y convertirla en energía que el cuerpo puede usar fácilmente, pero si el hígado tiene que hacer parte del trabajo de los riñones no puede hacer su propio trabajo con eficacia. Como resultado metaboliza menos grasa.
¿Cómo combatir la retención de fluídos?
¡Bebiendo suficiente agua!
Cuando el organismo recibe poca agua interpreta esa señal como una amenaza contra su supervivencia y trata de retener hasta la última gota. Los diuréticos sólo ofrecen una solución temporal
porque al obligar al cuerpo a expulsar el agua retenida, también lo hace sentirse amenazado, cosa que lo insta a reponer toda el agua perdida lo antes posible. La mejor forma de
solucionar el problema es dándole al cuerpo mucha agua. Solo así eliminará el agua retenida, si usted padece de este mal tal vez el culpable sea el exceso de sal en su dieta.
El cuerpo solo tolera cierta cantidad de sodio. ¿Cómo deshacerse del sodio extra? Bebiendo más agua, al pasar por los riñones se llevará consigo el exceso de sal.
Otra función importante de ese líquido milagroso es que ayuda al cuerpo a eliminar toxinas. Cuando uno esta perdiendo peso, el organismo tiene que deshacerse de toda esa grasa metabolizada; el
agua interpreta un papel clave en ese proceso.
¿Cuánta agua es suficiente?
Una persona tamaño y peso normal necesita 8 vasos al día. Si la persona es gruesa, calcule un vaso grande por cada 8 kilos (17 libras) extra. Las personas que hacen mucho ejercicio también necesitan uno o dos vasos más al día, asi como las que viven en un clima seco y caliente.
El organismo asimila el agua fría con más facilidad que el agua a temperatura ambiental. Para que el cuerpo o dieta utilice el agua lo más eficientemente posible, le sugerimos que la ingiera de la siguiente manera: Mañana , 1 litro consumido a lo largo de un periodo de 30 minutos. Tarde, 1 litro consumido a lo largo de un periodo de 30 minutos. Noche, 1 litro, consumido a lo largo de 60 minutos, no cenar hasta media hora después.
¿Qué sucede si uno deja de tomar suficiente agua?
Los fluidos corporales perderán el equilibrio que habían logrado, comenzaremos a retener agua (aumenta de peso) ¿Qué hacer?
¡ Beber Mucha Agua !
La soja tiene al menos 5.000 años de historia. Su origen se remonta al año 2838 a.C. en China; al siglo VI en Japón y al siglo XVII en Europa.
Las judías de soja se hicieron muy importantes en la cultura china porque Sheng-Nung, un antiguo emperador chino, declaró la soja como uno de los 5 granos sagrados (los otros eran arroz, cebada,
trigo y mijo). Los chinos le daban el nombre de carne vegetal. La judía de soja fue incluso rebautizada con el nombre de ta tou, que significa la judía más completa.
Alrededor del 300 a.C la soja se había convertido en uno de los mayores cultivos de China. En los próximos 100 años, los chinos aprendieron el arte de elaborar tofu, que se obtiene cuajando la leche
de soja.
Algunos creen que el tofu fue desarrollado por monjes budistas; pero otros creen que se descubrió por accidente. La creativa cocina china perfeccionó otros derivados de la nutritiva soja. La leche de
soja, el tempeh, el miso y la salsa de soja son algunos de ellos. En algunas zonas de China, donde se preparan alimentos con soja de al menos 10 formas diferentes, su consumo diario puede llegar a 55
- 60 gr.
Los japoneses no tardaron mucho en adaptar el tofu a su cocina. Se piensa que los monjes budistas misioneros se llevaban el tofu y algunos otros derivados de la soja durante sus viajes a Japón. Hoy
en día, los japoneses consumen más tofu que cualquier otro grupo en el mundo.
La popularidad de la soja fue tomando incremento lentamente en el sureste de Asia. Pero no llegó a Europa hasta el 1500 d.C. Quizá los marineros europeos utilizaban bolsas de soja como lastre en sus
viajes de regreso de China. O quizá los misioneros cristianos, conocieron la soja durante su trabajo, y se llevaron de vuelta a casa este alimento.
A pesar de todo, la receptividad de Europa al tofu no fue muy buena, y hasta los tiempos modernos no se entró en calor con respecto a esta judía.
Aunque los inmigrantes chinos en Estados Unidos se llevaron consigo el tofu y otros derivados de la soja a este país, su popularidad se limitó a las comunidades orientales. La primera persona que
llamó la atención sobre la soja al público en general en Estados Unidos fue Benjamin Franklin, del que se dice que introdujo la soja en Estados Unidos desde Francia.
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), introdujo una gran variedad de soja en este país. La industria del aceite vegetal se interesó en el increíble potencial de la soja. Hoy en
día el aceite de soja, como ingrediente base en los alimentos procesados, contribuye en más calorías que ningún otro alimento en la dieta americana.
Un extenso programa de cooperación entre Canadá y Estados Unidos en los años 30, para mejorar las diferentes variedades de soja mediante la selección de cada cosecha, permitió a Estados Unidos
convertirse en el líder mundial en la producción de soja. Y la soja ha sido utilizada para manufacturar glicerina, jabón, linóleo, plásticos, sustitutivos del caucho y tinta. Hoy Estados Unidos
produce un tercio del consumo mundial, que se utiliza principalmente como alimento para el ganado y productos no alimenticios, con sólo el 2% destinado al consumo humano.
En los comienzos del siglo XX, la soja alcanzó la popularidad familiar cuando el Dr. John Harvey Kellogg (cuya familia fundó la empresa de cereales), empezó una campaña de marketing a favor de la
leche de soja y los productos sustitutivos de la carne basados en la soja. Inmediatamente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuyos miembros son vegetarianos, incluyeron la soja en su
alimentación diaria. Así, la soja mantuvo su terreno durante las próximas décadas, a través de este pequeño pero leal seguimiento.
El segundo signo de popularidad vino de la mano del movimiento contracultural de los años 60 y 70. El tofu atrajo muchos seguidores por ser una proteína amiga del medioambiente y una alternativa a
la carne.
En nuestros días, estamos en medio del tercer y mayor signo de popularidad de la soja. Ya no se confina a pequeños grupos religiosos o hippies contraculturales, dado que ha habido numerosos estudios
de científicos que documentan el rol que tiene la soja en la salud. Por eso, casi todos -desde médicos y abogados a profesores y empleados de fábrica- estamos añadiendo alimentos de soja en nuestra
dieta diaria.
Y como estos alimentos saben mejor que nunca, incluso imitan la textura y el sabor de la leche y la carne, todos podemos encontrar un modo sabroso de incluir más soja en nuestra dieta. De hecho, las
mismas razones que llevaron a la soja a ser considerada uno de los cinco granos sagrados en la antigua China -nutrición sana y eficaz uso de la tierra- son las que nos mueven hoy.
En el Reino Unido, los derivados más conocidos de esta legumbre tan versátil son el tofu, la leche de soja y demás productos lácteos derivados de la soja (yogures, queso) así como análogos de la
carne, como la Proteína Vegetal Texturizada (TVP) o soja texturizada. Su uso extendido en la industria alimenticia (se estima que la soja se utiliza en el 60% de los alimentos procesados), es causa
de que se haya convertido en uno de los primeros cultivos en ser genéticamente modificados; motivo de considerable y justificable preocupación para muchos de los consumidores, dado que esta nueva
tecnología conlleva bastantes riesgos potenciales para nuestra salud y para el medioambiente. Es importante comprarla siempre “biológica”.
Como ocurre con la mayoría de las legumbres, la soja es una excelente fuente de fibra dietética, hidratos de carbono complejos y proteínas vegetales. Otros beneficios de las legumbres incluyen su
ínfimo nivel de glucosa, lo que sugiere que podrían ser unos alimentos particularmente importantes para diabéticos. Además la soja produce un efecto de reducción de colesterol que probablemente es
responsable de una considerable reducción de las enfermedades coronarias. También resalta su alto contenido en fósforo y vitamina PP. Quizá su porcentaje en grasa es relativamente alto, pero la mayor
parte es grasa insaturada. Entran en su constitución, ácidos grasos no saturados, ácido linoleico y arquidómico, esenciales para la alimentación humana.
Por ejemplo: 100 gr. de brotes de soja secos y crudos contienen:
• 35, 9 gr. de proteínas • 15,8 gr. de hidratos de carbono • 8,5 gr. de agua • 18,6 gr. de grasas, de los que sólo 2,3 son grasa saturada.
Naturalmente, una vez cocinada, aumenta su contenido en agua mientras que se diluyen los otros nutrientes. Pero 100 gr. de tofu cocido al vapor todavía contienen 8,1 gr. de proteínas.
En comparación con otras legumbres, la soja es rica en proteínas, hidratos de carbono, grasa, fibras, vitaminas y minerales.
La cantidad de proteínas que la soja contiene está alrededor del 30 al 45% en cada cien gramos. Posee muchas más proteínas que la carne y que los garbanzos, las lentejas y los guisantes. Su
porcentaje de proteínas es de tres veces más que el trigo integral, los demás cereales y huevos; y diez veces más que la leche de vaca.
Las proteínas proporcionan los aminoácidos. Los aminoácidos son los bloques constructivos que el cuerpo utiliza para la síntesis de sus propias proteínas. El organismo sintetiza aminoácidos no
esenciales, mientras que los aminoácidos esenciales deben ser aportados por las fuentes de alimentación.
Las proteínas y otros compuestos que contienen nitrógeno son degradados y reconstruidos de manera continua. Todas estas pérdidas deben ser reemplazadas por medio de un suministro continuo de
aminoácidos que se obtienen a través de la alimentación. Todas las proteínas vegetales y animales tienen aproximadamente los mismos 20 aminoácidos, pero la proporción de los aminoácidos varía, siendo
una característica propia de la fuente de la proteína. La calidad nutricional de cualquier proteína está relacionada con su composición en aminoácidos, su digestibilidad y su capacidad para
proporcionar los aminoácidos esenciales en las cantidades necesarias.
Las legumbres (guisantes, habas, lentejas, judías, garbanzos) no contienen la gama completa de aminoácidos para formar una proteína completa. En general, carecen del aminoácido esencial llamado
lisina. La soja, sin embargo, no presenta esta carencia, y a sus ventajas dietéticas y de salud, hay que añadir que la calidad de sus proteínas es muy parecida a la calidad de las de origen animal; y
además la cantidad proteica es mucho mayor. Los 8 aminoácidos específicos que el organismo debe obtener directamente de los alimentos se encuentran todos en la soja (y más concretamente en el tofu),
aunque se queda un poco corta de metionina.
Esta pequeña carencia puede subsanarse fácilmente añadiendo cereales (arroz, pasta o pan) a una comida cuya base sea la soja. La combinación de proteínas no es una tarea difícil ni consume demasiado
tiempo. De hecho, la mayoría de los menús combinan proteínas de diferentes plantas, por ejemplo un desayuno que consista en un tazón de leche de soja con cereales.
Por tanto la soja es una excelente fuente de proteínas. La proteína de la soja es equivalente a la sobre-valorada y a menudo ultra-aprovechada proteína de la carne, de la leche y de los huevos. De
hecho, los chinos la llaman acertadamente carne sin huesos.
Las proteínas de la soja no sólo son más que suficientes en cantidad, sino que tienen una gran eficacia alimenticia gracias a la riqueza y equilibrio de sus aminoácidos, comparable al de la caseína
de la leche. A su vez el contenido en lecitina es comparable al de los huevos de gallina. Debido a la existencia de fitoestrógenos, es de vital importancia en la madurez sexual, sobre todo en la
menopausia de la mujer.
El grano de soja tiene alrededor de 10 a 17% de hidratos de carbono. Sin embargo, tan sólo un 2% es absorbido por el organismo humano. Por esta razón, el grano de soja es un excelente alimento para
personas diabéticas, obesas o en regímenes para adelgazar o mantenimiento de peso. Además una taza de granos de soja cocidos contiene 3 gramos de fibra.
En los granos de soja se encuentran: caroteno, tiamina o vitamina B1, riboflavina o vitamina B2, niacina o vitamina B3, ácido nicotínico y ácido ascórbico.
Para cada 100 gramos de granos de soja, seco o crudo, tenemos 5 gramos de minerales: sodio, potasio, fósforo, hierro, magnesio y zinc.
La harina de soja contiene fósforo y calcio en proporciones más elevadas que la leche, en la proporción de dos veces más calcio y cinco veces más fósforo que la leche de vaca.
Los beneficios de la dieta vegetariana en este sentido radican en tomar soja en lugar de carne. La soja tiene antioxidantes y fitoestrógenos que luchan contra en cáncer; además, una dieta vegetariana
implica consumir mucha menos grasa, especialmente menos grasa saturada. Al tomar soja en lugar de carne, se aumenta la cantidad de fibra ingerida, y las dietas altas en fibra, son protectoras de
muchos tipos de cáncer, como por ejemplo cáncer de colon y cáncer de mama. Muchos estudios han mostrado su eficacia en diversos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares, también en los
trastornos asociados a la menopausia.
Tiene varias ventajas sobre las carnes: No excita los centros nerviosos y no aumenta la presión sanguínea, además de ser utilizada en dietas y en los tratamientos que retardan el proceso de
envejecimiento.
Hoy en día, los sustitutivos de la carne y la leche basados en la soja saben mejor que nunca. Las empresas que los producen se han esforzado en elaborar productos que tienen un aspecto y un sabor
similares a la carne (hamburguesas, salchichas...) y a la leche. Además son productos que se preparan rápidamente y, bien cocinados, resulta difícil distinguirlos de los productos animales.
Si hace unos años alguien hubiera dicho que una planta iba a despertar más interés entre los médicos que los fármacos en cuya investigación y comercialización se han invertido cientos de millones de
pesetas, no hubiera recibido ningún crédito. Sin embargo, la soja se ha abierto un importante hueco entre los ginecólogos españoles, que han vencido las tradicionales resistencias de los médicos
hacia las plantas medicinales, y ya no dudan en recomendarla a sus pacientes en la edad de la menopausia.
Sofocos, sudoración, mareos, depresiones…, al llegar a la menopausia muchas mujeres experimentan un deterioro importante de su calidad de vida y de su salud. No sólo se sufren estos trastornos, sino
que además se incrementa su probabilidad de padecer enfermedades como el cáncer, la osteoporosis o el infarto. Pero la naturaleza ha creado a la soja, que ha demostrado aliviar la sintomatología
climatérica y a la vez reducir el riesgo de aparición de estas enfermedades.
Se ha comprobado que las mujeres asiáticas tienen menores índices de cáncer de mama y de colon que las occidentales y cuando lo contraen responden mejor a los tratamientos. Teniendo presente que
muchos cánceres responden a alteraciones hormonales, la influencia de la soja es clara; y como otros son producto de oxidaciones, la soja es un antioxidante natural que protege contra los radicales
libres. Durante miles de años, los orientales se han alimentado con soja, como principal aportación de proteínas. La carne era casi ignorada, como mucho consumían algo de pescado. Aquellas
civilizaciones tan perfeccionadas eran conscientes, hace cientos de años, de la riqueza de la soja, que junto al arroz constituía la base de su alimentación.
Los alimentos provenientes de la soja son altamente recomendados para la prevención de las siguientes enfermedades:
- Tensión alta
- Exceso de colesterol en la sangre
- Angina de pecho
- Enfermedades en el corazón
- Artritis, gota, ácido úrico
- Enfermedades del hígado (lesiones celulares)
- Enfermedades en el estómago y en el intestino
- Trastornos de los lactantes
- Raquitismo
- Tuberculosis
- Enfermedades infecciosas
- Enfermedades de la piel
- Anemia
- Alteraciones producidas por radiaciones
- Estados de cansancio
- Debilidad nerviosa
- Afecciones pulmonares.
Y como afirman los doctores Miquel Casas y Frederic Viñas en su Manual de Medicina Natural: “Por desgracia se utiliza, en su mayor parte, en la fabricación de piensos para el ganado, mientras que si
se hiciera directamente para la alimentación humana habría una cantidad suficiente para alimentar de forma correcta a todas las personas de este planeta”.
Además, según estos especialistas, “mejoraría la salud media de la población, ya que su valor dietético es superior al de la carne”.
Hacen falta unos 8 kilos de proteína de cereal para tener medio kilo de proteína de carne de buey. Existen numerosos aspectos económicos y ecológicos a favor de las proteínas vegetales. La soja es la
reina de las legumbres y podría ser una respuesta en los países del Tercer Mundo. La soja es un alimento completo que puede perfectamente contribuir con la reducción de los índices de mortalidad por
desnutrición.
El rendimiento en proteínas por hectárea es el mayor de todos los cultivos conocidos. La soja proporciona un 33% más de proteínas por unidad de superficie que cualquier otro cultivo de este planeta y
veinte veces más proteínas que las proporcionadas por el mismo terreno empleado en alimentar ganado. Además el cultivo de soja fija el nitrógeno en el suelo, siendo por tanto un abono natural.
Esta fuente tan importante de proteínas, es pues, de vital importancia para combatir el hambre en el mundo. De ahí que sea considerado un “abuso” que los países ricos tomen sus proteínas a partir del
consumo desmesurado de carnes animales, leche y derivados.
Ana Moreno. Autora de “Ser Vegetariano es Fácil”, “Manual de Supervivencia para Vegetarianos Novatos” y su último libro “Qué tendrá la soja, que todos hablan de ella”. Ed. Mandala
La Soja, un regalo de los dioses si se consume con moderacion
Tan milenaria como el trigo o las lentejas, la soja tardó siglos en llegar a los mercados europeos, pero en las últimas décadas su popularidad se ha incrementado en proporción a las alabanzas
hacia esta leguminosa como fuente de salud, siempre que sea “moderado” su consumo, según recomiendan los especialistas.
Los antiguos chinos consideraban la soja un alimento sagrado y atribuían su descubrimiento al emperador Sheng-Nung, el inventor de la agricultura y la medicina.
Muchos años después, la biología ha dado la razón a la sabiduría china y ha demostrado que esta planta, del mismo grupo que la judía o el guisante, es una “bomba” de proteína vegetal (un 36 por
ciento), que contiene grasas de tipo insaturado (cardiosaludables) además de vitaminas del grupo B y minerales.
La soja tiene “una condición única” en el reino vegetal porque “contiene proteínas de alto valor biológico casi equivalentes a las de la carne, el pescado o los huevos”, explicó a EFE la doctora
Carmen Gómez Candela, responsable del área de Nutrición del Hospital de la Paz de Madrid.
“Las fuentes de grasa de la soja son de origen vegetal, no animal, por lo que está demostrado que resulta muy útil para diversas afecciones, como por ejemplo el tratamiento del colesterol”, dijo la
doctora.
Pero es la presencia de fitoestrógenos, con una acción similar a la de los estrógenos -las hormonas femeninas que dejan de segregarse tras la menopausia- lo que convierte a la soja en un “regalo de
los dioses” para las mujeres.
Los fitoestrógenos “se acoplan a nuestros receptores hormonales y son muy beneficiosos para aplacar algunos síntomas de la menopausia como los sofocos o el acaloramiento súbito”, subrayó la doctora
Gómez Candela.
Sin embargo, esta especialista destacó que, “como en todos los alimentos, su ingesta excesiva puede causar problemas. Hemos incorporado a nuestra dieta un producto de otra cultura y es positivo, pero
hay que consumirlo con moderación”.
Asimismo, Gómez Candela alerta sobre el hecho de que la soja es una de las especies “que más habitualmente se ha manipulado genéticamente y aunque la normativa estipula que esta condición debe
aparecer explícita en la etiqueta, en los productos elaborados con soja se puede omitir”.
Nada de esto se conocía en el siglo XVII, de cuando datan las primeras referencias sobre esta planta en Europa a través de misioneros y marinos portugueses y holandeses que iniciaron su cultivo como
una curiosidad.
La soja no pasó al consumo humano hasta bien entrado el siglo XX y aún hoy en día su ingesta sigue siendo minoritaria.
La mayoría de las cerca de cien millones de toneladas de soja que se producen en el mundo, fundamentalmente en Estados Unidos, Argentina, China y Brasil, se destinan a la fabricación de piensos para
el ganado y, en menor parte, como aditivo para alimentos.
En España la producción es muy baja y se importa la mayoría de este producto. El pasado año se dedicaron 2.100 hectáreas a este cultivo, la mayoría de ellas en la sureña región de Andalucía, frente a
dos millones de hectáreas de trigo, según datos del Ministerio español de Agricultura.
Pero actualmente no hace falta ser un vegetariano convencido -la soja es imprescindible en su dieta-, ni un obsesionado con la alimentación para tomar preparados elaborados con esta planta -leche o
salsas- o brotes de soja (los más pacientes pueden conseguirlos cultivando las semillas en un cuenco con agua durante cuatro o cinco días).
No obstante, a veces las apariencias engañan, y la leche de soja, uno de los productos más comunes, “no es una buena fuente de soja” porque presenta una concentración baja de proteína, según la
doctora Gómez Candela, que recomienda la soja seca.
Entre las variantes más “exóticas” figuran el “tofu” o queso vegetal (un extracto elaborado a partir de la leche de soja cuajada y escurrida que puede servirse estofado o hervido como plato principal
o ingrediente para ensaladas), el miso (pasta de soja fermentada o con cereales), y el tamari (salsa de soja fermentada con agua y sal).
Vitamina A (Retinol)
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Estimula el apetito y el crecimiento, la digestión y la asimilación de los alimentos. Protege contra las infecciones del aparato respiratorio. Importante para los ojos, los oídos y todo el aparato respiratorio. Beneficia las funciones del intestino y mantiene sana la piel. Se disuelve en grasa, se destruye por las altas temperaturas y se oxida. Por eso, a la leche desnatada hay que añadirle artificialmente la vitamina A. Se almacena en el organismo y se elimina a través del hígado.
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Vitamina P (o C 2) |
Es en realidad un grupo de sustancias (flavonoides). Desempeña un importante papel en el buen estado de los capilares (vasos sanguíneos), los ojos y la piel. Su carencia puede originar rotura de capilares, pérdida del apetito, lesión en el colon, dolores abdominales, quistes y ampollas en la piel. Es soluble en el agua, pero resiste bien el calor, por lo que se puede consumir a través del caldo de haber cocido remolacha o coliflor.
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Vitamina B 1 (Tiamina) |
Todas las vitaminas del grupo B sirven para metabolizar (quemar y aprovechar) los alimentos. Ésta, en concreto, convierte en energía los hidratos de carbono y mantiene saludables los nervios, la piel y los músculos. Importante para prevenir la depresión. Al empezar a utilizarse los cereales refinados, su carencia originó anteriormente el beri-beri, ya que se encuentra principalmente en la cáscara de los cereales. Soluble en agua. Se destruye fácilmente con la cocción.
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Vitamina B 2 (Riboflavina) |
La vitamina del crecimiento y de las mucosas. Su carencia origina llagas en la boca, sequedad de ojos y de mucosas en general, piel y pelo secos, indigestión… Es soluble en agua. La luz la destruye fácilmente; por eso, los alimentos ricos en esta vitamina deben guardarse siempre en envases opacos y en lugares oscuros.
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Vitamina B 3 o PP (Nicotinamida o ácido nicotínico) |
Metabolismo de las grasas y azúcares. Nutrición de los tejidos. Su carencia origina nerviosismo, tristeza, diarrea, úlceras, manchas en la piel, grietas… Es soluble en agua. El cuerpo puede producir esta vitamina si obtiene un aminoácido, el triptofano, que está presente en huevos y leche.
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Vitamina B 5 (ácido pantoténico) |
Protege las células hepáticas y ayuda a prevenir las infecciones. Su ausencia puede ocasionar trastornos hepáticos, inflamaciones menstruales, calambres, caída del cabello… Es soluble en agua.
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Vitamina B 6 (Piridoxina)
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Estimulante muscular. Ayuda a la formación de hemoglobina (el pigmento que transporta el hierro en la sangre), protege la piel y facilita el crecimiento. Las mujeres embarazadas o con tratamiento de anticonceptivos deben evitar su carencia. Su carencia origina numerosas enfermedades nerviosas (depresión, insomnio) y musculares, así como anemias, arteriosclerosis, calambres, migrañas… Si se consume mucho alcohol es necesario aumentar la dosis de esta vitamina. Si se toma junto al magnesio y a la vitamina B2 es más efectiva. Se destruye fácilmente con la cocción.
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Vitamina B 8 (Biotina) |
Actúa en el metabolismo de los azúcares, de las proteínas y de las grasas. Su carencia hace descender la hemoglobina, con el consiguiente riesgo de anemia. Es soluble en agua, pero está presente en buenas cantidades en casi todas las frutas y verduras crudas.
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Vitamina B 9 (Ácido fólico) |
Participa en el metabolismo de los aminoácidos. Su carencia ocasiona trastornos digestivos y anemia. Protege de las enfermedades nerviosas. Estimula el apetito, la digestión, la asimilación y la eliminación de desechos. Imprescindible para el crecimiento y la fertilidad, así como para la sangre. Su carencia origina problemas fetales, anemia, depresión, diarrea y enfermedades de la piel. Soluble en agua. Por tanto, al perderse mucha en la cocción, es recomendable tomar verduras crudas (por ejemplo, ensaladas de lechuga y endibia).
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Vitamina B 12 (Cobalmina) |
Interviene en la formación de los glóbulos rojos. Se necesita para el crecimiento y para tener piel y nervios saludables. Su carencia produce anemia, neuralgias, diabetes, reumatismo, fatiga intelectual o física, alergias… Es soluble en agua. Se trata de la única vitamina de la que un vegetariano estricto puede tener carencias (quien tome huevos y leche está a salvo). No obstante, su déficit se puede paliar al consumir extracto de levadura y germen de trigo.
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Vitamina C (Ácido ascórbico) |
Aumenta la resistencia a las infecciones. Protege contra el escorbuto (una enfermedad que causaba estragos antiguamente, por ejemplo, entre los marinos que pasaban mucho tiempo embarcados). Ayuda en la curación de las heridas y es importante para prevenir la anemia, ya que favorece la asimilación y fijación del hierro. Además, ayuda a recuperarse de las enfermedades y mantiene sanas boca y encías. Los fumadores, las personas que siguen tratamientos con determinados medicamentos (tranquilizantes o antibióticos), y los consumidores habituales de café o alcohol deben tomarla en abundancia. A pesar de que se llama “ácido”, no es un verdadero ácido. Se disuelve en agua, se “escapa” de los alimentos una vez abiertos y no se almacena en el cuerpo, sino que se debe ingerir a diario, preferentemente a través de frutas y verduras crudas.
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Vitaminas D 2 (Ergocalciferol) y D 3 (Colecalciferol) |
Regulan la utilización del calcio y el fósforo en el desarrollo de los huesos y dientes; ayudan a la normalización de la sangre. Son esenciales para prevenir el raquitismo. Solubles en grasas, se pueden obtener casi íntegramente a través del Sol. Sin ellas no se puede asimilar bien el calcio ni el fósforo. En zonas muy oscuras o con escasa luz diurna se debe suplir la acción del Sol ingiriéndolas.
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Vitamina E (Tocoferol) |
Es la vitamina antiesterilidad. Asimismo, favorece la cicatrización de heridas y es un potente antioxidante. Soluble en grasas, pero resiste perfectamente las altas temperaturas. Es rara su carencia, pero cuando se produce puede dar lugar a abortos, cansancio y anemia.
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Vitamina K (Filoquinona) |
Imprescindible para la coagulación de la sangre. Se transforma en protrombina en el hígado. Está indicada cuando se siguen tratamientos antibióticos que destruyen la flora intestinal. Su carencia puede dar lugar a hemorragias, hepatitis, cólicos, ictericias y urticarias. Es soluble en grasa. Es raro que llegue a haber una carencia de esta vitamina, porque es casi omnipresente.
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Calcio |
Forma el tejido óseo (de los huesos). Es necesario para la coagulación de la sangre, para activar las enzimas (los agentes que descomponen los alimentos) y las funciones de los músculos, los nervios y el corazón. Su carencia, además de lesiones en los huesos y problemas nerviosos, puede acarrear agotamiento y calambres musculares. Las mujeres embarazadas, los niños o las personas que siguen tratamientos con corticoides lo necesitan especialmente. Es soluble en agua. Se destruye con las altas temperaturas y se oxida. Necesita a la vitamina D para poder actuar.
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Hierro |
Es necesario para la respiración de los tejidos, ya que es el encargado de transportar el oxígeno por todo el cuerpo. También es importante para el desarrollo de las células sanguíneas (formación de los glóbulos rojos). La falta de hierro produce cansancio, tristeza, depresión y el debilitamiento de la memoria. Es especialmente importante para los niños y para las mujeres en edad fértil. Es soluble en agua y se oxida. Para su correcta asimilación, necesita a la vitamina C.
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Potasio |
Se encuentra en el metabolismo para la formación y actividades de los músculos, glándulas, nervios y tejido epitelial (de la piel) y los mantiene en equilibrio. También ayuda al sistema nervioso contra la irritabilidad. La falta de potasio puede ocasionar ataques de corazón. Es soluble en agua y se destruye con facilidad en la cocción. Si se toma demasiado sodio, se inhibe su acción, por lo que se suele recomendar no abusar de los alimentos con sal. Por otra parte, es necesario el magnesio para su correcta fijación.
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Sodio |
Se trata de un mineral necesario para conservar el agua del cuerpo, pero del que se abusa en las dietas modernas occidentales. Si bien es necesario para conservar el equilibrio entre el calcio y el potasio y para prevenir una pérdida excesiva de agua en los tejidos (la deshidratación), la costumbre de salar profusamente las comidas es un peligro, ya que se encuentra presente, en mayor o menor medida, en muchos alimentos. Esta es la razón por la que se prohíbe el uso de la sal a las personas hipertensas, con antecedentes de problemas cardíacos o con un colesterol alto. Sin embargo, resulta imprescindible en casos en los que la pérdida de líquidos ha sido abundante e incluso peligrosa.
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Magnesio |
Se necesita para activar las enzimas y los músculos, para la estabilidad nerviosa y para formar la estructura de los huesos. Participa en la eliminación de los desechos del cuerpo. Es necesario para la retención del potasio y para la correcta asimilación de la vitamina B6. Su carencia, que no es frecuente, produce depresión nerviosa y convulsiones. Es soluble en agua, pero no se deteriora con el calor.
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Fósforo |
Forma parte importante de los huesos y los nervios. Es imprescindible para una correcta función cerebral y para metabolizar las grasas y los hidratos de carbono. Ligado a la función de las vitaminas del grupo B.
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Manganeso |
Es necesario para poder sintetizar la vitamina C en el organismo. Vital para el crecimiento y la reproducción. Es soluble en agua.
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Azufre |
Desempeña un papel importante en los procesos de oxidación del cuerpo y en el metabolismo de las proteínas. Es un oxidante que se destruye a altas temperaturas.
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Silicio |
Necesario para el crecimiento del pelo, los dientes y las uñas. Se encuentra fundido en el esqueleto. Es soluble en agua.
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Zinc |
Interviene en el metabolismo de los hidratos de carbono y las proteínas. Su falta puede dar lugar a un mal desarrollo durante el crecimiento, a infertilidad y a la mala cicatrización de las heridas. Especialmente necesario para las mujeres embarazadas y las personas que beben alcohol. No siempre se absorbe correctamente.
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Yodo |
Necesario para el funcionamiento de la glándula tiroides (la glándula que regula todas las funciones metabólicas). Forma parte imprescindible de algunas hormonas. Su carencia puede ocasionar una disfunción del tiroides, niveles altos de colesterol y cansancio, aumento de peso, estreñimiento, insuficiencia cardiaca Sin embargo, un exceso de yodo puede llevar a efectos contrarios: un funcionamiento excesivo de la glándula tiroides, pérdida de peso, sudoración, diarreas, taquicardias y toda una sintomatología muy peligrosa. Por tanto, las personas con alteraciones metabólicas deben ser muy cuidadosas con la toma de yodo.
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Cloro |
Activa las enzimas y la secreción gástrica. Ayuda a regular y estimular la función muscular. Se destruye a altas temperaturas.
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Flúor |
Es conocido su uso para disminuir la caries dental. Desecha fácilmente los tóxicos e interviene en el metabolismo del calcio y el fósforo. No obstante, su exceso también resulta perjudicial: puede causar nerviosismo y manchas en los dientes. No es necesario preocuparse por él, excepto durante determinadas etapas (la infancia y la adolescencia, por ejemplo). Normalmente, el uso externo, mediante pastas de dientes y enjuagues, es suficiente.
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Cobre |
Contribuye, junto con el hierro, a la transformación de algunas sustancias, como la hemoglobina. Por tanto, contribuye a la formación y a la respiración de los tejidos. No se suelen presentar carencias si los niveles de hierro son los adecuados. |
Alimentos que curan
En un mundo en el que se ha abandonado el cuidado de la alimentación y en el que proliferan los establecimientos de comida rápida, comida basura, compuesta por productos procesados, refinados y desnaturalizados, ricos en grasas animales y vegetales calentadas a altas temperaturas y productos cultivados en terrenos pobres en nutrientes, se hace cada vez más imprescindible volver a la alimentación natural. Debemos consumir productos lo menos procesados posible, sin conservantes ni colorantes, y de alto valor biológico, producidos sin utilizar sustancias agresivas, insecticidas, plaguicidas, herbicidas, abonos químicos, etc. Ello redundaría en una población más sana, y mitigaría las llamadas enfermedades de la civilización, colesterol, enfermedades coronarias, digestivas, diabetes, alergias y cáncer.
ALIMENTOS RECOMENDABLES
Alimentos que matan
"La mesa -decía De Maistre- ha matado más gente que las guerras". Los consumidores estamos seriamente expuestos a ser víctimas de los fraudes y adulteraciones que, con demasiada frecuencia, se llevan a cabo en el proceso de producción y comercialización de los alimentos. La causa de muchas enfermedades reside en la codicia de la industria alimentaria y la negligencia o pasividad de las autoridades sanitarias. En la memoria de todos están casos como el del síndrome tóxico, atribuido al aceite de colza desnaturalizado, que se cobró 1.200 vidas y dejó inválidas a más de 4.000 personas en España.
ALIMENTOS NO RECOMENDABLES
El Aloe es un ingrediente importante en muchos productos de belleza. Penetra en las tres capas de la piel (Epidermis, dermis, e hipodermis), y elimina las bacterias y reduce los depósitos de grasa que tapan los poros. Al mismo tiempo la acción de los nutrientes naturales, los minerales, las vitaminas, los aminoácidos y las enzimas, estimulan la regeneración de nuevas células. Es un importante regenerador celular, cicatrizante, tonificador y de alta penetración en la piel. Usado con regularidad, evita las arrugas prematuras y retarda las propias de la edad. Reduce la medida de los poros abiertos, y se puede usar bajo el maquillaje. Como el Aloe es astringente, se ha de combinar su uso con una crema hidratante. Es un excelente filtro solar de rayos ultravioletas y elimina las manchas causadas por el sol, si se usa por un periodo largo de tiempo. El aloe, utilizado después del afeitado, da buenos resultados, ya que en pocos instantes regenera muchas de las células rotas al paso de la cuchilla de afeitar. Así usando una loción después del afeitado, dará una sensación de gran alivio. Igualmente, en este sentido, es muy eficaz utilizado después de la depilación: evita erupciones, granitos y rojeces, cerrando rápidamente los poros dilatados. También es muy efectivo en la prevención o eliminación de pequeñas estrías. Es importante, la hidratación de la piel con aceite o crema después que el aloe haya penetrado en la piel.
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